Con un superávit de US$3486 millones en 2021 y de US$1067 millones en el primer trimestre de este año, el país trasandino es el que más dólares aporta de este lado de la cordillera; en marzo, fue el cuarto socio comercial después de Brasil, China y Estados Unidos
19 de mayo de 2022
Chile es el cuarto socio comercial de la Argentina detrás de Brasil, China y Estados Unidos y es el de mayor superávit comercial, US$3470 millones el año pasado y US$376 millones en marzo de este año (última medición del Indec). Tiene otras características significativas, es el primer país con el que hay un acuerdo comercial de última generación (incluye aspectos como medio ambiente y género) y, además, es clave para la salida por el Pacífico (más allá de lo geográfico, integra el Tratado Asia Pacífico).
Pese a tener menos de la mitad de la población argentina -19,5 millones al 2020- es un mercado más desarrollado y de consumo más sofisticado en determinadas áreas; tiene un PBI per cápita a dólares corrientes, US$12.993. En lo que hace a su flujo comercial internacional, tiene una balanza superavitaria.
China, con una participación del 38,9% sobre el total, es el principal destino de sus exportaciones y también de sus importaciones (27,8%); el segundo puesto es para Estados Unidos en ambos casos con 13,2% y 17,8%, respectivamente y el tercero Japón con 8,7% para exportaciones y Brasil, con 7,3% para importaciones. La Argentina representa solo 0,8% de las ventas externas y el 5,6% de sus compras (cuarto lugar).
En el primer trimestre de este año, últimos datos disponibles, la Argentina exportó a ese destino US$1270 millones, lo que marca un crecimiento interanual de 70%; el saldo favorable alcanza los US$1.067 millones, el de mayor magnitud entre los registrados con los diferentes países y bloques económicos. El comercio con Chile equivalió a 6,6% de las exportaciones y 1,1% de las importaciones totales.
Los principales productos exportados son cereales; grasas y aceites animales y vegetales; combustibles y aceites minerales; vehículos, tractores y residuos de la industria alimenticia. Importa cobre y sus manufacturas; pescados, crustáceos y moluscos; plásticos y sus manufacturas; frutas y papel y cartón.
Para el sector automotor en abril del año pasado entró en vigor el esquema que modificó el régimen de origen del acuerdo y el contenido local pasó del 60% al 50%, lo que favorece el incremento del comercio bilateral. En 2021, la exportación de vehículos creció 136% interanual.
Rossana Surballes, subsecretaria del Mercosur y Negociaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, califica a Chile como un socio comercial “muy relevante”. Plantea que el intercambio comercial refleja una relación que “se viene construyendo de manera muy completa; es una relación estratégica”. El acuerdo de última generación cerrado, describe, además de lo clásico incluye otras disciplinas como servicios, comercio electrónico, género, ambiente, asuntos laborales. “La mirada es a un comercio inclusivo y sostenible, ir más allá de pautas arancelarias y comerciales y profundizar en muchas áreas en las que ya se venía trabajando, como es la de la integración productiva de las Pymes en cadenas de valor”, apunta.
En lo que hace a desarrollo de cadenas regionales de valor, sostiene que es de interés argentino alcanzar una “priorización balanceada de posibles encadenamientos productivos que permita la agregación de valor” de las dos partes. Hay identificados 19 proyectos en rubros como alimentos, aderezos y salsas orgánicas; conservas, productos cárnicos, minerales no metalíferos, productos de cuidado personal y uso médico-hospitalario, productos de la industria eléctrica y productos de aluminio. En todos se trabaja para promover la búsqueda de contrapartes.
El exembajador argentino en Chile, José Octavio Bordón, incorpora la dimensión “integral” de la relación entre los dos países y enfatiza que hay hechos marcaron un cambio “muy importante, más allá de las debilidades y errores”. Menciona la decisión, en la administración de Raúl Alfonsín, de superar los problemas limítrofes en lo que se fue “avanzando hasta generar un espacio regional con gran proyección bioceánica”.
Hoy hay investigaciones conjuntas en materia ambiental y acciones de seguridad en la zona del canal de Beagle: “Subsisten algunas diferencias técnicas -más que políticas- limítrofes, pero pasamos de la tensión que casi nos llevó a la guerra, a una vinculación que incluye hasta brigadas militares conjuntas. Hay adelantos también en el campo energético que nos van a permitir profundizar la integración”.
Coincide con Surballes en lo significativo que es trabajar en la organización de cadenas productivas. En esa línea, señala la pandemia del Covid-19 revalorizó este tema de la articulación regional y de la posibilidad de generar nuevas localizaciones para proveedores del comercio mundial. La salida hacia los mercados del Pacífico, con la creación de una “zona bioceánica” que le sirva a los países del Atlántico, es otro punto que enfatiza.
Oportunidades para ambos lados
Graciela Forani, gerenta de la Cámara de Chileno Argentina de Comercio, repasa que entre 2018 y 2019 el flujo comercial entre ambos países recuperó la tendencia al crecimiento, que se interrumpió en el 2020 por la pandemia. En 2021 volvió a repuntar 42% interanual. La expectativa de la entidad es que siga en esa tendencia; estima que uno de los sectores que más empujará es el de servicios.
“Una de las principales características del mercado chileno, en comparación con el argentino -agrega-, es la mayor simpleza en el régimen tributario y de la normativa de comercio exterior”. Al entender de Forani, servicios, energía y minería son los segmentos que presentan las mayores oportunidades para los argentinos.
Si bien la Argentina fue, tradicionalmente, el primer destino de las inversiones de Chile en el exterior, en los últimos años perdió posiciones. En el acumulado entre 1990 y diciembre del 2020, según los números oficiales chilenos, Brasil ocupa el primer puesto con US$37.915 millones y le sigue la Argentina con US$22.512 millones. El tercer puesto es de Perú con US$20.048 millones. Para Forani la principal oportunidad para empresas chilenas al ingresar a la Argentina, es el tamaño del mercado.
Este año hay una misión comercial por mes de la Cancillería a Chile: alimentación en junio y el resto del año para maquinaria de industria de la alimentación; nanotecnología; petróleo y energía y empresas de base tecnológica e indumentaria y calzado. El subsecretario de Promoción del Comercio e Inversiones de Cancillería, Pablo Sívori, explica que en todos los casos las empresas que se suman van con “agendas acordadas” en función de la tarea que desarrollan las embajadas para tratar de conseguir contrapartes.
De la próxima participarán 51 firmas; 19 dedicadas a alimentos orgánicos -una muestra del tipo de consumo al que tiende el mercado chileno-, además de otras de lácteos (la Argentina ya exporta); cervezas artesanales; pastas y alimentos para mascotas. Sívori remarca, entre las ventajas que tiene Chile como destino, los menores costos logísticos en una coyuntura en que este ítem tiene un fuerte peso por los incrementos desencadenados por la pandemia.
También destaca las posibilidades que se abren para las Pymes, que ya tienen una participación importante en las exportaciones a ese destino: “Es un mercado desarrollado, más maduro que el argentino en algunos segmentos. Las agendas de trabajo son federales, contemplan a las economías regionales”.
Por lo realizado por el Consejo Público Privado y por la embajada argentina en Santiago de Chile, los sectores con más potencial para operaciones son la industria alimenticia (incluido el complejo lácteo, las preparaciones alimenticias, los alimentos para mascotas y los segmentos de arándanos, citrícola y yerbatero); línea blanca; maquinarias y equipos industriales; maquinaria agrícola; vehículos; reactivos de diagnóstico o de laboratorio; aparatos de ozonoterapia, oxigenoterapia, aparatos respiratorios de reanimación y otros de terapia respiratoria.
En el caso de los servicios, hay posibilidades para software y servicios informáticos, en especial los relativos a finanzas, gobierno y salud; transformación digital e industria 4.0; tecnologías aplicadas a la producción agropecuaria (big data, agricultura de precisión y biotecnología); servicios satelitales y desarrollo de videojuegos.
Experiencias varias
Promedon, empresa de tecnología médica, comenzó a exportar a Chile en los ‘90 y, desde 1994, tiene una filial con 160 trabajadores que se encargan de la distribución de productos propios y de otros complementarios. Hoy en dinero, el volumen de esas operaciones supera al de la Argentina. Es un mercado “muy competitivo; es un país con tratados de libre comercio con todo el mundo y compran si los productos son los mejores o los más baratos. Tienen menos presión impositiva y más previsibilidad”, describe Marcelo Olmedo, titular de la firma.
Geminus Qhom se dedica a la fabricación de software hace cinco años desembarcaron en Chile pensando en ese país como un trampolín para el resto del mundo. Desde entonces trabajan para la industria del salmón. “Diseñamos una herramienta para la gestión de la producción de los salmones -explica Ricardo Ruival, CEO de la compañía-. Cada proveedor ofrecía prestaciones por separado, desarrollamos una plataforma que centraliza toda la información y, con ese mismo esquema, avanzamos a la industria acuícola”. El 60% es estándar y, el resto, se hace “a medida” del cliente. “No vendemos horas de desarrollo sino valor agregado”, añade. La compañía participará en la próxima feria de la industria salmonera en Noruega en búsqueda de expandirse.
En 1998 José Guma SA, fabricante de productos de tocador e higiene del hogar, hizo sus primeros embarques de jabones de tocador y de lavar a Chile. En la actualidad comercializa, además de eso, virutas de jabón de tocador/lavar, limpiadores, suavizantes y lavavajillas y desarrollamos marcas propias para cadenas de supermercados y otras industrias. El mercado chileno representa 4% de la facturación y entre 18% y 35% de sus exportaciones
Desde la firma, Sebastián Guma indica que Chile tiene incorporado el uso de jabón líquido (70% frente al 30% del pastilla), una característica única en Sudamérica: “Nos posicionamos muy bien como fabricantes regionales de las primeras marcas internacionales con nuestros standares de calidad certificada -agrega-. La permanente inestabilidad macroeconómica argentina impide sostener una política y condiciones comerciales estables en el tiempo; los tratados comerciales de Chile nos posicionan a competir con el mundo, principalmente con productos del sudeste asiático”.
Gerardo Seidel, vicepresidente de Plásticos Dise, cuenta la experiencia de haber comenzado exportando películas de plástico hasta contar ahora con una filial en alianza con un fabricante de envases para alimentos al vacío: “Es un mercado desarrollado, creció mucho. El desafío es nuestra competitividad; en Chile el acceso a créditos es más rápido y más simple, también hay menos presión impositiva. Son diferencias importantes”.
El laboratorio farmacéutico Savant Pharm lleva poco más de una década operando en Chile, donde fue mutando su modelo de negocios. Al inicio producían para una empresa de allí y ahora comercializan sus propias marcas. El responsable de Comex, Juan Ignacio Martín, ratifica que lo “extremadamente competitivo” del mercado los obliga, “permanentemente, a mejorar la competitividad de los precios, de los productos. Es muy abierto, hay ingresos de India y China y los costos argentinos dificultan”.
Hace 16 años Helacor -fabricante de helados Grido y de alimentos congelados Frizata- ingresó a Chile con el mismo modelo que aplica en la Argentina, un esquema que les “costó”, según sostiene Gonzalo Santiago, encargado de Comex. El consumo de helado es de 8 kilos por persona por año y el de congelados es el más alto de Latinoamérica por lo que es un destino importante para la empresa.
“Hace cuatro años empezamos a probar nuestro modelo de heladerías en los barrios y no solo en los malls como acostumbran ellos -repasa Santiago-. En la última temporada sumamos 27 franquicias y ya llegamos a 75; la venta en kilos creció 70%. El objetivo es llegar a 18 millones de kilos por año, multiplicar por diez lo actual”.